Capítulo 1: Fantasía

Mal decimos que no existen dragones, hadas, magia... pero, ¿y en nuestra cabeza? ¿De verdad no existen estos seres mitológicos en nuestra imaginación? Yo creo que sí. De hecho, estoy totalmente seguro.

Rondaba el siglo veinte, y un chico llamado Kim, fue, como todos los días a comprar el pan. Una amable señora le atendió.
- Buenos días, pequeño. ¿Otra barra bien caliente?
- Sí, por favor.
La mujer sacó del horno una barra de pan. Su olor ya se percibía desde fuera, y Kim no podía resistirse a tomar un poquito antes de llegar a su casa. Impaciente, como siempre.
Raudo y veloz llegó a su pequeña casa, aún con toda la compra llena.
- Padre, madre, ¿puedo tomar un poco? -puso cara cariñosa.
Rieron.
- De acuerdo... Pero solo un poco.
El chico obedeció.
El pequeño todavía tenía doce años, aunque pronto cumplía trece. Tenía pelo castaño, algo rubio, con ojos marrones, al igual que la mayoría de las personas. Tenía una estatura algo grande para su edad, pero apenas se notaba, ya que sus amigos, también eran altos.
Solía quedar con tres especialmente. Layla, Tom y Jacob. Todos ellos estaban en su misma clase y quedaban para trabajar en los deberes de clase, aunque pocas veces. Casi siempre solían hacerlo individualmente.

Llegó el día de la semana más odiado. El lunes. Todos los alumnos, con caras de estar medio durmiendo, se dirigían a las clases. Aunque más que para atender, para dormir.
Kim, Layla, Tom y Jacob parecían los únicos atentos. La profesora, al finalizar la clase, dictó la única tarea que debían hacer. Un trabajo sobre seres mitológicos.
Todos se quejaron excepto los cuatro. Menos aún, Kim. Era su hora de poner a prueba todo lo que sabía de ellos, todo lo que aprendía con los cuentos fantásticos, con las historias que les contaban...  Y debía hacerlo todo perfecto. El mejor de todos. El que sobresaliese con un diez, o más.
Al llegar a su casa, le contó todo a sus padres. Éstos sonrieron al igual que él. Sabían que era una buena noticia para todos, ya que era la oportunidad de poder ganar con ventaja en algo. Si a Kim se le daba bien algo, era hablar de mitología, y no pensaba perder la oportunidad que se le había antojado.